domingo, 16 de diciembre de 2012

LA RELACIÓN DEL PRINCIPIANTE DE YOGA CON LA PRÁCTICA DE ASANA

Cuando comenzamos a practicar asanas nuestro cuerpo debe romper la rigidez de muchas zonas y tonificar la flacidez de otras. Debe intensificar el estado energético y establecer de forma continua la práctica. Esta primera fase en los ejercicios de Yoga para principiantes, está caracterizada por un esfuerzo sostenido al que casi nadie está acostumbrado a someterse.
 
El sistema osteo-muscular debe extenderse con la consiguiente tensión de sus tendones y ligamentos. Los músculos y nervios deben sostener extensiones isométricas durante largos períodos de tiempo. El sistema respiratorio del principiante en Yoga debe adecuarse para abastecer la nueva demanda de oxígeno que este trabajo exige. Se trata de una etapa en la que todo el organismo se transforma rápidamente para hacer frente a un ejercicio distinto.
 
El resultado de este cuadro de cambios es un cuerpo que tiembla, suda a mares, respira ruidosamente y cuyo cerebro se debate en procesar una enorme cantidad de información de la piel que hasta entonces no había manejado, con la antedicha molestia de la tensión muscular y de las articulaciones.
Como ven, esta primera relación del Principiante de Yoga, con la práctica del asana difiere mucho de la imagen del yogui tranquilo y estable que controla “sin esfuerzo” todo su cuerpo y su mente con elegancia y paz. Es normal que la mente durante este período rechace el ejercicio y sea compleja su relación con él.
 
Los ejercicios de Yoga para principiantes, son parte del comienzo de una nueva relación entre el practicante y el asana, y como casi todos los comienzos, es difícil, pero al final el cuerpo acabará por lograr el tono que necesita y cesarán los temblores en poquísimo tiempo (si la práctica es cotidiana).
Uno a uno los síntomas antes descritos desaparecerán y el ejercicio será estable, la respiración será más rítmica, profunda y suave y el cerebro estará ya acostumbrado a manejar el asana con maestría. Lo que no va a cambiar tan fácilmente, es la identificación que la mente tiene con el placer de la inactividad. Mientras el ejercicio requiera esfuerzo, una parte de la mente lo rechazará y es allí donde el yogui tiene el primer campo de batalla de su conciencia.
 
 
“…No se puede alcanzar un estado reflexivo en la conciencia mientras no se alcance un estado sin esfuerzo en el asana” ( effortless en inglés). Esta es una cita de guruji (B.K S Iyengar) refiriéndose precisamente a la transformación que la mente debe acometer si quiere experimentar yoga en profundidad.
 
El problema es que, instintivamente, tenemos asociado el esfuerzo con algo negativo. La mente le huye y el cuerpo refleja su huida mostrando impermanencia. El placer y la inactividad están erróneamente asociados en nuestra mente instintiva y desasociarlos precisa un trabajo que no es físico sino de conciencia. A este estado de la energía inercial e inactivo, Patanjali lo denomina tamas en su obra “Los Yogasutras”. Junto a éste menciona a rajas (cualidad del movimiento) y sattva (cualidad de la estabilidad activa).
 
Atando cabos entenderán que al principio el aspirante a yogui se enfrenta a su ejercicio con una mente cargada en su mayoría de energía tamásica, inercial e inactiva y con una parte de rajas o de movimiento y acción generalmente violenta para poder romper el estado inicial.
Esto coincide con el estado corporal que describí al principio. El meollo está en comprender esta naturaleza de la mente y no perpetuarla. O sea, hacernos conscientes durante la práctica de la parte de nuestra mente que se opone a la postura (tamas), la que está intentando sostenerla (rajas) y la pequeña parte que la disfruta y permanece en ella sin esfuerzo comprendiéndola internamente (sattva).
 
 
Siguiendo los principios de Patanjali, la conciencia debe experimentar una purificación de su naturaleza. Esto es transformar todo el material tamásico y rajásico en sáttvico. Solo entonces se está preparado para acometer una disciplina que lleve a samadhi, cuyo primer estadío es vitarka (estado reflexivo).
 
Ahora vemos que guruji estaba traduciendo las intenciones de Patanjali e instándonos a sus alumnos a no dejar que el asana se convierta en un ejercicio de gimnasia. Llevándonos a entender que el verdadero trabajo es profundo.
 
En resumen: corremos el riesgo de estar toda nuestra vida haciendo asanas más y más duras buscando en nuestro cuerpo una transformación que sólo puede darse en la conciencia, usando como herramienta el ejercicio del cuerpo. Esta es la relación que nos propone el Maestro.

Nota: encontré este interesante artículo publicado en la red social "Facebook", no hallé datos sobre su autoría, pero me pareció pertinente compartirlo con quienes se acercan a la disciplina Yoga por primera vez, o están tomando sus primeras prácticas.

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