viernes, 21 de agosto de 2015

EL YOGA DE MEDITACIÓN - Swami Krishnananda - part 4

PREPARATIVOS PARA EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

 El equipaje con el cual uno tiene que proveerse para entrar en el campo de la meditación no es menos importante que el conocimiento mismo del arte de la meditación. Muchos buscadores con un acopio de conocimiento de los métodos de meditación, con frecuencia fallan en alcanzar un éxito tangible en sus esfuerzos, debido a que no se han preparado apropiadamente para la tarea que se han propuesto. Hay muchas preguntas y problemas que subconscientemente, no conscientemente, alteran y agitan la mente de un individuo durante casi todo el día y la noche, sin consideración de su posición en la sociedad y las abundantes riquezas que pueda poseer. Las sutiles vibraciones antipáticas puestas en acción por ansiedades y limitaciones de varias clases, mantienen en suspenso la mente, cuando no hostigándola constantemente en un estado de guerra fría, por así decirlo.

Aquí tenemos que traer a consideración las relaciones externas de la vida, tales como las políticas, sociales, económicas, morales, estéticas, biológicas, así como las predilecciones y restricciones religiosas, aparte del carácter psicológico general. A una persona políticamente esclavizada hasta el meollo, sea por un mecanismo de Estado o por malos sistemas administrativos que causan tensión nerviosa, como aún hoy se ve patentemente en muchos lugares del mundo, se le niega la libertad natural que se debe honestamente al ser humano por derecho de nacimiento, y ese peso muerto de la institución mecanicista externa con seguridad determina intensamente a los principiantes en la ciencia de la meditación. No hay duda de que es una necesidad indispensable cierta cantidad de libertad respecto de las cadenas de una forma política de gobierno rigurosa y arrogante, y todos los genios y personajes culturalmente avanzados de cualquier país o nación, han sido aquellos que han tenido libertad de pensamiento, de opinión y de albedrío, y han alcanzado liberación de un gigantesco control estatal puramente mecánico, debido a que la nación o el país se ha elevado de la ley de la selva, a la ley del entendimiento, a la ley de un sentimiento del significado del valor del individuo en su propio e independiente estatus, mismo que disfruta desde el nacimiento, no por la bondad o caridad que recibe individual o colectivamente de otros, sino por la materia de la cual está hecho en sí mismo, una chispa eterna y una llama de anhelo por más y más crecimiento y expansión, una luz que no puede extinguirse ni siquiera por el vendaval de las vicisitudes más fuertes del tiempo. Un espécimen de tal Estado libre, compuesto de individuos liberados como lo fueron sus florecientes ciudadanos, ha sido para el pueblo de la India el ideal de Rama-Rajya, un ideal que, se dice, ha sido materializado históricamente en la antigüedad, un ideal que es el sueño acariciado y la esperanza de cada pensador político en la India, más aún, de cada estadista de cada nación. La libertad política puede que no tenga relación directa con las meditaciones espirituales, pero que tiene relación sobre la vida de un individuo que es espíritu, mente y cuerpo, todo en uno, debería ser tan obvio, como para requerir explicación o exégesis.

Demasiada ansiedad por reformar a otros en la sociedad y el mundo en general, sin purificarse uno mismo y sin estar en disposición para la tarea, debe considerarse como el mayor obstáculo en el esfuerzo por perfección espiritual. Antes de intentar poner orden en el medio ambiente objetivo, deben considerarse con cuidado los impulsos subjetivos y los anhelos. Para lograr buenos y beneficiosos resultados en cualquier dirección, primero debe construirse una personalidad integrada, que manifieste proporción en las funciones de los niveles físico, vital, mental, intelectual y espiritual del ser. Sería un serio error olvidar este punto y poner énfasis solo en la armonía social exterior. Sin un conocimiento de sí mismo en un apreciable grado y sin una total comprensión de la vida, los intentos de planeación social están destinados a fallar y a conducir a conflicto y confusión, en lugar de a la ansiada paz social y a la armonía.

Aparte de esto, el hombre tiene sus propias restricciones sociales: los "haz esto" y "no haz aquello" de la comunidad en la cual se educa, que se supone le ayudan y apoyan, pero que con frecuencia estorban y obstruyen el crecimiento del individuo para alcanzar más elevados espacios de la mente y el espíritu. Las limitaciones impuestas a la vida de una persona, sean políticas o sociales, se proponen moderar los excesos en pensamiento, palabra y acción, sus caprichos, extravagancias, antojos y fantasías, así como los prejuicios de varias clases, a los cuales cuando se les deja la cuerda larga, probablemente privarán a otros de sus derechos y requerimientos o, algunas veces, aun los arruinarán totalmente. Mientras que este es el aspecto positivo y sano del control exterior, también tiene éste su lado negativo y deletéreo, cuando pierde de vista el bien del individuo y lo cambia por un endiosamiento de la exigencia de su obediencia, y una supeditación a la autocracia de aquello que, por el contrario, debería ser el principio rector y guía para la vida. En la vida social de la India, particularmente, existe aquello conocido como el sistema de castas o clasificación de las personas en grupos sociales, exigida por la necesidad de cooperación entre las dotes y capacidades específicas de las personas que deben llevar una vida en colectividad, para el bien y mejoramiento mutuos. Pero esta muy necesaria provisión para el orden de los grupos en la sociedad puede excluir a ciertas personas de la misma oportunidad de mejoramiento y crecimiento, cuando los grupos que forman parte integral de la organización de la sociedad, se segregan en clases competidoras en lugar de cooperadoras, llevándolas a las subsiguientes consecuencias de mutua aversión, conflicto y lucha de diversas intensidades. Esta es la farsa y tergiversación de la norma social con propósitos de ventaja personal, aunque al final esta ventaja conduce a la ruina personal de la cual uno, en su ignorancia, no es generalmente consciente. Es costumbre de la personalidad egoísta sacar ventaja de cualquier situación en que se encuentre y torcerla para sus propios fines y convertir en vicio, aun una virtud universalmente aceptada y loable. Las personas envueltas en tales circunstancias de la sociedad necesitan una mano amiga y una palabra iluminadora, pues la persona socialmente castigada, así como el políticamente avasallado, va a encontrar que un avance mayor en el campo de la vida interior, casi que estará más allá de su alcance. El Estado y la sociedad en gran medida son responsables por la calidad y número de individuos que puedan atreverse y tener éxito en sus esfuerzos por un avance espiritual en la meditación sobre realidades más altas.

También se dice que la religión no puede enseñarse a estómagos vacíos, gran verdad con mucho significado. La realidad se manifiesta por grados y aún el plano físico, es un grado de su expansión. No se trata de que uno pueda saltar a los cielos del espíritu desde el cuerpo que pesadamente se arrastra sobre la tierra sin una adecuada preparación. Alimentación, vestuario y techo, comodidades de la criatura humana, son necesarias al menos en una mínima proporción, y en tanto éstas sean absolutamente esenciales, uno deberá tener la oportunidad de adquirirlas con un sentido libre de apego y ansiedad. Muchas comodidades causan apego y muy pocas, ansiedad. De aquí que los principiantes en el Yoga de la meditación deban seguir un camino medio con la escogencia de unos medios sanos y moralmente justificables para ganarse la vida mediante el servicio de alguna clase, o la producción de acuerdo con sus capacidades individuales, en un grado permisible y posible. Demasiado idealismo completamente despojado del toque de realismo, será una piedra de tropiezo que al final conducirá a la caída, y al mismo tiempo, mucho interés en las comodidades materiales sin el idealismo encumbrado de la espiritualidad, conducirá al derrumbe de nuestros propósitos. El Madhyama Marga o el camino medio, del que usualmente se dice fue el escogido por el Buda, es un buen ejemplo de evitar los extremos en cualquier curso de acción, y de cómo templar la cuerda diestramente para producir la más hermosa música de la armonía de la vida. En el lenguaje del Bhagavadgita, esa destreza se llama Kausala, y la armonía, Samatva, dos términos que tienen una amplia connotación, aplicable a todos los niveles de la vida. Mantener el cuerpo en perfectas condiciones de salud es una necesidad, aunque la intención sea trascender sus demandas y limitaciones, paso a paso, mediante una moderada auto restricción practicada gradualmente.

Íntimamente conectado con este aspecto de la vida del buscador está el aspecto moral de su vida personal y social. Las necesidades económicas de una persona generalmente están enlazadas con los procesos que emplea para aceptar provisión material e intelectual de la sociedad. En el caso del hombre corriente su necesidad probablemente se convertirá en codicia, la cual lentamente se convertirá en obsesión y pasión, hundido en las cuales, se convertirá en un explotador y atesorador, cuyo principio es tomar más de lo que entrega. Pero la política del buscador espiritual, aun cuando no pueda elevarse por encima del hecho de ser una unidad económica de la sociedad humana, es no tomar más de lo que entrega, porque esta es la única forma en que puede evitar las reacciones de la Naturaleza, conocidas como némesis de Karma. La Naturaleza siempre mantiene un equilibrio en todos sus niveles y no puede tolerar ninguna interferencia con dicha ley. Quien quiera que interfiera con la ley del equilibrio de la Naturaleza, sea física, mental, moral o espiritualmente, recibirá un rechazo por parte de la Naturaleza, y este rechazo es el sufrimiento del hombre en la vida. Sostienen los estudiosos de la moral que la regla ideal de conducta es tratar a otros como fines en sí mismos, en lugar de tratarlos como medios para ulteriores fines, puesto que a nadie le gustaría ser tratado como un instrumento o herramienta para producir satisfacción a otro. Esta característica de la persona como fin en sí misma y no como medio, revela la verdad de que cada uno es un fin y no un medio, y tratar a todos en esta condición es la esencia de tratar al otro como a uno mismo, porque uno mismo es un fin en sí mismo. También es la razón tras la enseñanza: ‘Haz a otros lo que quieras para ti’, o en palabras del Mahabarata: ‘Uno no debe aplicar a otros, lo que es contrario a uno mismo’. Esta es, entonces, la gran ley de la moralidad en el mundo, y también es la forma de desenredarse de las garras de la ley del Karma. También es la ley de aquello conocido como Yajna o sacrificio, descrito en el más épico y poético estilo en el Purusha Sukta del Veda, y en los capítulos 3 y 4 del Bhagavadgita, sacrificio en sus significados cósmico e individual. Sacrificio es vida, porque sacrificio es cooperación, cooperación es armonía y armonía es un reflejo del Verdadero Ser.

Un aspecto bastante pertinente, pero muy descuidado de la búsqueda espiritual, es la observancia de estricta continencia tanto de la mente, como de los sentidos. Esta disciplina se ha llamado Brahmachraya, un recurso extremadamente sutil para asegurar la fuerza y el crecimiento de la personalidad, así como el florecimiento completo de la vida en la realización consciente del Espíritu Supremo en la vida práctica. El hombre moderno con sus energías disipadas no tiene la educación o el tiempo para poner atención a esta parte moral, vital y vulnerable de su vida, la cual cuando no se guarda con gran entendimiento y cuidado, puede al final significar su ruina en cuerpo, mente y alma. Los deseos caprichosos y morbosos del corazón humano que caracterizan a la sociedad moderna en general, tienden a desintegrar los alientos vitales de la personalidad, razón para que no exista paz ni en la persona, ni en la familia, ni en la sociedad. Nada puede considerarse más saludable y necesario que el auto control que significa Brahmacharya, para perpetuar la salud y la buena voluntad, la participación mutua en una buena causa común, así como la fuerza espiritual y el lustre en toda la naturaleza humana.

La ley del sacrificio es a la vez la ley de la atuorrestricción, cuyo precepto se conoce como Yama en la ética del Yoga. Yama o autorrestricción es un proceso de auto subyugación, una restricción de las pasiones en forma de lujuria, codicia, odio e ira, así como la no aceptación de más posesiones que las que realmente necesita para el mantenimiento de su individualidad psicofísica. Esta es la materia tratada en gran detalle por las escrituras sobre Yoga. Y es una regla preeminente en la vida del estudiante que desea alcanzar algún éxito en meditación. La ley de tratar a otros como fines en sí mismos, es suficiente explicación del significado de Yama o autorrestricción en la vida de un aspirante que progresa en la senda espiritual.

Calor y frío, hambre, sed y sueño, son necesidades y presiones biológicas que no pueden pasarse por alto fácilmente, y 'al diablo hay que pagar la deuda'. Aquí, de nuevo, son indeseables el exceso o la escasez, y la regla de moderación a seguir está bien expresada en el capítulo Sexto del Bhagavadgita. El principio a adoptarse no es ni el manjar, ni la inanición. De nuevo la regla es mantener el equilibrio en la actitud y la atención al grado de realidad en el cual uno se encuentra en determinado momento de la vida. Los impulsos hedonistas y el sentido estético que normalmente son considerados normales en la naturaleza humana, son frecuentemente excluidos por profesores ascetas de espiritualidad, porque no tienen nada que ver con la vida espiritual y ni siquiera con una vida buena. Sin embargo, aquí de nuevo, el criterio es saber el grado en el que se encuentra la mente del buscador, y ésta es la medida desde la que se puede juzgar si algo es necesario o no. No siempre es fácil para uno juzgar sus necesidades, porque fácilmente puede caer en excesos o hacer una lectura errónea de sí mismo, debido a una inteligencia nublada o, con mucha frecuencia, debido a debilidades personales o parcialidad a favor de uno mismo. Artes como la escultura, la pintura y la música, no son malas en sí mismas, y al menos en los estados iniciales de ascenso espiritual, cuando se tratan apropiadamente, pueden muy bien convertirse en canales de sublimación y elevación de las emociones. Demasiado rigor es malo, y ésta es una regla para todo, y podemos decir, tan malo como demasiada laxitud. Es fácil hartarse o aguantar hambre, pero no lo es comer moderadamente; es fácil hablar siempre o no decir nada, pero no es fácil decir palabras moderadas. Los impulsos del sentido estético también pueden expresarse provechosamente a través de actividades literarias. La lectura intensiva de poesía espiritual o prosa filosófica, la lectura cuidadosa de porciones sublimes y pasajes instructivos de Shakespeare o Milton, Valmiki o Vyasa, de verdad recompensan al buscador de la verdad.

Los buscadores a veces son apáticos hacia su cuerpo, el 'hermano asno", como lo llamaba san Francisco de Asís. No obstante, es una buena bestia de carga y si no estuviera ahí, ¿quién soportaría el peso de la vida? Vivir en frío extremo, sin abrigo apropiado, comer negligentemente y disminuir el sueño en extremo, pueden dañar la salud en lugar de ayudarla a lograr el fin de iluminación espiritual para el cual dichas austeridades son un medio. En todas estas contingencias de la vida superior es necesaria la instrucción directa de un Gurú o Maestro. Ningún estudiante se puede considerar a sí mismo tan avanzado que no necesite ninguna instrucción o guía. Humildad es la característica aún de aquellos que están a punto de tropezar con el océano de la Realidad. Humildad. No hay daño en mantenerse en segundo plano. El daño está solamente en la autoafirmación.

Naturalmente la atmósfera religiosa en la cual uno haya crecido colorea fuertemente los sentimientos. El Hindú, el Budista y el Jainista, el Cristiano, el Musulmán y otros, todos son obviamente educados bajo la influencia de especiales y peculiares nociones religiosas que impactan su vida personal y social. Tienen sus propios modos y rituales, ayunos y observancias, y cada uno de ellos tiene un elemento bueno, que puede seguirse con ventaja cuando se toma como un medio honesto de auto purificación y auto evolución. Pero las diferencias en las ideologías religiosas no deben interferir con la aspiración humana de universalidad espiritual. Esta es una verdad básica que la mayoría de los seguidores de las religiones son dados a olvidar. Religiones que predican la unidad de Dios y la hermandad de la humanidad, con no poca frecuencia patrocinan y protagonizan guerras religiosas, y este es el alcance al cual puede llegar el fanatismo, una total representación errónea de aquello que está para elevar al hombre al ideal espiritual cósmico. Los rituales religiosos son una gran ayuda en Sadhana, y las diversas clases de fe en las prácticas religiosas, son un buen paliativo para la emoción humana. Pero también actúan como espadas de doble filo que en manos inexpertas pueden causar doble daño. Los rituales religiosos también tienen un valor estético, son un arte en sí mismos, como la escultura o la pintura. Sin embargo, lo que el buscador debe evitar vigilantemente, es la intolerancia o fanatismo en sus prácticas y actitudes.

El estudio de textos espirituales es una gran ayuda como preparación para la actitud meditativa. Las Upanishadas, el Bhagavadgita, el Sermón del Monte del Nuevo Testamento, el Dhammapada, y selecciones similarmente idóneas de la sabiduría de las diferentes religiones, pueden tomarse como libros de texto para el Svadhyaya diario o estudio sagrado. Tal estudio es una ayuda para liberar la mente dentro del delimitado ámbito de los sublimes pensamientos registrados en esas Escrituras. De hecho, generalmente hablando, este estudio es una clase de meditación en sí mismo. Japa o recitación repetida de un Mantra o fórmula, un concepto o idea, es de nuevo una ayuda directa a la meditación. El Japa de un Mantra regularmente realizado a diario, incita en la persona nuevo y desconocido poder. Aquellos novicios en la práctica que no pueden dedicarse exclusivamente a la meditación, deben recurrir de forma alterna o circular, a Japa, estudio y meditación, de tal manera que la mente no pueda cansarse de la monotonía de la práctica. El estudio y el canto pueden ser en voz alta o suave, y puede ser silenciosa, según el caso, de acuerdo con la constitución y necesidades psicológicas del estudiante. Un método particular llamado Kirtana y Bhajana, que consiste en la recitación musical y canto de diversas maneras de los divinos Nombres y de las Glorias de Dios, es sumamente útil como método para purificar y sublimar la emoción, y elevarla a la ardiente devoción a Dios. Este es precisamente el método del Bhakti Yoga o el Yoga de la Devoción Divina.

La localización o morada del estudiante de Yoga que intenta practicar meditación, debe ser lo más aislada que sea posible de los lugares de ruido y actividad agitada, tales como ciudades, fábricas, centros de comercio, etc. Esto es un prerrequisito demasiado claro como para necesitar cualquier comentario explicativo. La Svetasvatara Upanishada y el Bhagavadgita, han dicho algo muy importante y a punto respecto de escoger un lugar y atmósfera para la meditación. Las cimas de las montañas, las orillas de grandes reservorios de agua y escenarios espaciosos de dulces brisas, todos se consideran conducentes para evocar una disposición de ánimo meditativa en el aspirante. Los lugares de peregrinaje santificados por la presencia de santos y sabios, tanto del pasado como del presente, atmósferas de templos e iglesias antiguos, así como lugares de adoración religiosa, contribuyen a que surjan sentimientos sublimes en el Sadhaka.

Oración y adoración actúan como preliminares apropiados para la concentración de la mente. Tienen varias formas, tales como la Puja en el Hinduismo, la Misa en el Cristianismo, y la Namaz en el Islam. Cada fe religiosa tiene su propia forma de oración y adoración, la cual es la forma externa de un sentimiento interior de dedicación de la persona misma al Ideal Divino. Mientras que la oración es una exposición total, personal y privada de uno mismo al influjo de la Divina Gracia, una entrega secreta del alma a la gloria y grandeza del Todopoderoso, la adoración es un gesto externo de actos y símbolos de esta dedicación interior del ser. Karma o trabajo y deberes santificados, Upasana o adoración sagrada y contemplación, y Jnana o sabiduría de Dios, se consideran etapas del ascenso espiritual a la Suprema Realización.

Debe agregarse aquí una palabra de precaución respecto de la proporción que debe mantenerse en la persecución de los fines de la existencia humana, llamados Purusharthas, que son, Dharma, Artha, Kama y Moksha, y la práctica de los cuatro Yogas, Karma, Bhakti, Yoga y Jnana. Los aspirantes espirituales son propensos a poner excesivo énfasis en Moksha o la Salvación Final, con exclusión y aun detrimento de los otros tres, a saber, Dharma o la regla moral, Artha o el valor económico, y Kama o la satisfacción emocional. Aquí el énfasis excesivo es perjudicial para el crecimiento integral del individuo hacia la perfección. Lo que evoluciona espiritualmente es toda la persona, y no solo una faceta, un aspecto o facultad del individuo. Poner demasiado peso en el aspecto Moksha de la vida espiritual, con frecuencia hace a la persona descuidar los valores del mundo, los cuales con no poca frecuencia toman venganza sobre buscador, cuando detectan la oportunidad en su vida. En tanto se viva en el mundo, debe combinarse en forma óptima un sentido moral en equilibrio, un sentido que se aplique no solo a otros, sino a la propia personalidad; un debido sentido de valores para con las reales necesidades materiales; deben combinarse bien una cuidadosa participación en las alegrías de la vida, y un apropiado y hondo anhelo por la unión con Dios; pero no deben combinarse como en una manufactura, sino como un compuesto homogéneo de una vida bien equilibrada de humanidad divinizada. Similar cuidado debe tomarse en la proporción de la actitud respecto de los cuatro Yogas que representan la disciplina de los aspectos de la naturaleza humana, a saber, el conativo, el emocional, el volitivo y el racional. Un énfasis indebido sobre uno o unos pocos, causará similares reacciones desagradables. Así como el crecimiento de la planta de la vida a través de las Purusharthas debe ser armonioso, de manera igual debe ser equilibrado y proporcionado en el vigoroso árbol de la vida la tendencia a través de los cuatro Yogas, de tal manera que pueda producir el precioso fruto de la visión de Dios y la perfección en el Absoluto.

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