miércoles, 8 de agosto de 2012

LAS ASANAS, SU PRÁCTICA Y BENEFICIOS, por Sri Swami Sivananda


Si un estudiante no ha alcanzado un dominio sobre los asanas, no puede proseguir con éxito la práctica.

El Asthanga Yoga se divide en ocho angas o pasos: Yama, Niyama, Asana, Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi.
Si los cimientos de un edificio no están adecuadamente establecidos, dice Swami Sivananda, la casa se derrumbará al instante, por lo que es imprescindible practicar bien los dos primeros pasos: Yama y Niyama para beneficiarse espiritualmente de los asanas.
Del mismo modo, si un estudiante de yoga no ha alcanzado un dominio sobre los asanas, no puede proseguir con éxito la práctica del yoga. Sólo cuando permanezcas estable en el asana, podrás percibir los beneficios del pranayama, lo que no se contradice con el control de la respiración durante los asanas.

Tipos de Asanas

Los asanas o posturas son tan numerosas como las especies de criaturas vivientes del universo. Hay 840.000 asanas correspondientes a 840.000 cuerpos diferentes. Los asanas se corresponden con los distintos modos de sentarse que presentan las diversas especies de la creación.
De todos los existentes, destacan 84, y 32 son consideradas de gran utilidad para la humanidad.
Los asanas pueden dividirse en dos grandes grupos: las posturas meditativas y las posturas culturales.

Las Posturas Meditativas

De acuerdo con las escrituras de yoga, hay cuatro excelentes posturas para la meditación: Padmasana, Siddhasana, Svastikasana y Sukhasana.
Estas posturas de meditación con las piernas cruzadas son altamente apropiadas para la contemplación.
Distancian la mente de las atenciones y preocupaciones de la vida diaria. Aplacan los nervios, relajan el cuerpo, apaciguan la mente y proporcionan serenidad. Las posturas meditativas incrementan el fuego digestivo y mejoran el apetito, la salud y la felicidad. Eliminan el reumatismo. Purifican y fortalecen los nervios de las piernas.
Sthira sukham asanam: la postura correcta es aquella que resulta firme y cómoda. No debe causar ninguna sensación dolorosa ni malestar. Si no es firme, la mente se perturba rápidamente y no logras la concentración mental.
No debe existir el menor temblor en el cuerpo: debes convertirte en una estatua viviente cuando te sientes para meditar. No tendrás consciencia del cuerpo.
Cuando te sientes en la postura, piensa: “Soy firme como una roca, nada puede moverme”. Sugiéreselo a la mente una docena de veces y la postura se asentará.
Debes ser capaz de sentarte en cualquiera de las cuatro posturas meditativas por un periodo breve, al principio. Añade minutos poco a poco a la práctica: no tengas prisa.
Si puedes permanecer quieto en la postura serás capaz de mantener una mente centrada y sentir así una paz interna infinita. Para lograr el asana jaya, o dominio absoluto sobre el asana, debes permanecer hasta tres horas sin mover el cuerpo.
Si tras algún tiempo apareciese un dolor agudo en las piernas, estíralas y masajéalas durante unos minutos y vuelve a sentarte. Al avanzar, dejarás de experimentar dolor y sentirás una inmensa dicha.
Practica el asana por la mañana y por la noche. Adopta siempre la misma postura. Con la repetición, mantenerla firme y perfecta.

Posturas Culturales

Entre las posturas culturales hay asanas que pueden practicarse de pie: Tadasana (la Montaña) Trikonasana (el Triángulo), Garudasana (el Águila), etc. Otros se practican sentado, como Pashimottanasana (Flexión hacia Delante), Janusirshanana (Cabeza en las Rodillas), Padmasana (el Loto), etc. Las personas delicadas pueden hacer asanas tumbadas. Algunas, como Sirshasana (Apoyo sobre Cabeza), Vrikshasana (el Árbol), Sarvangasana (Apoyo sobre Hombros), se realizan invirtiendo el cuerpo, con la cabeza abajo y las piernas hacia arriba.

Yogasanas y Ejercicios físicos

Los ejercicios físicos ordinarios sólo desarrollan los músculos superficiales del cuerpo. Pero los asanas han sido concebidos para mejorar la calidad y vigorizar nuestros órganos internos: hígado, bazo, páncreas, intestinos, corazón, pulmones, cerebro y las importantes glándulas corporales del sistema endocrino, entre otros.
El ejercicio físico manda el prana hacia fuera, mientras que los asanas lo mantienen en el interior de nuestro cuerpo, donde se distribuye uniformemente en los diferentes sistemas anatómicos.
Los asanas son algo más que ejercicios físicos. Confieren equilibrio mental, ayudan a controlar las emociones, proporcionan beneficios espirituales, despiertan el poder de la Kundalini, que permanece dormido en el Muladhara Chakra.
Este despertar proporciona dicha, poder y samadhi al aspirante paciente.
No necesitas barras, resortes, pesas o barras paralelas para construirte un gimnasio de yogui.
Como mucho necesitarás una simple esterilla.

¿Quién puede practicar Asanas?

Todo el mundo puede practicar asanas para tener una salud y vitalidad maravillosas. En general se puede practicar asanas a partir de la niñez adecuando las posturas a las edades. Su práctica durante uno o dos meses volverá elásticos todos los músculos, tendones y huesos que estaban rígidos. Incluso las personas mayores pueden practicar todas los asanas adaptándolos, igualmente a su condición física.

El valor terapéutico

Los asanas mantienen los músculos flexibles y la columna vertebral elástica, desarrollan la concentración y la fuerza mental, la capacidad pulmonar, fortalecen los órganos internos y proporcionan longevidad. La sangre se recarga con abundante oxígeno facilitándose la expulsión de anhídrido carbónico. El cuerpo se llena de energía. Los centros cerebrales y la médula espinal se fortalecen y renuevan. Aumenta la memoria, se agudiza el intelecto y se desarrolla la intuición.
La práctica de los asanas determina el equilibrio fisiológico corporal, garantiza la estabilidad mental, relaja el cuerpo y disipa la tensión nerviosa.

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