miércoles, 5 de octubre de 2016

CONVERSANDO con LESLIE KAMINOFF

- Pregunta: En estos tiempos de enorme oferta de estilos y métodos de yoga, ¿cómo encontrar el propio norte, la propia sadhana?
 - L.Kaminoff: La propia pregunta implica que hay muchos estilos de yoga. Cada estilo, cada método, es un camino que alguien ha encontrado y, de alguna manera, ha sistematizado. Con suerte estos métodos presentan al alumno una forma de desarrollar su propia respiración, su propio movimiento. Pero esto no debería ser la meta final para un estudiante, sino un punto de partida para acercarse al yoga y que le permita continuar en este proceso.

Si te acercas a la práctica desde el cuestionamiento de qué es lo mejor para ti, qué debes hacer, qué te funciona y qué no, entonces ya estás inmerso en el proceso del yoga. Yo creo que cuando creemos que ya tenemos las respuestas a nuestras preguntas, estamos perdiendo el verdadero interés por el conocimiento. Para mí ese cuestionarse es el equilibrio que siempre deberíamos mantener.

- Pregunta: ¿Por qué es tan importante educar en la respiración desde su punto de vista? 
- L.Kaminoff: Si la respiración no es el centro de la práctica de yoga, lo que estamos practicando, por definición, no es realmente yoga. Según mi maestro (T.K.V. Desikachar), y estoy totalmente de acuerdo con él, el proceso del yoga es unir el cuerpo, la mente y la respiración en una actividad coordinada e integrada. Por eso, educar a los estudiantes en el valor que tiene la respiración, colocar la respiración en el centro de la práctica, es lo que asegura que lo que estás haciendo es yoga y no gimnasia, o movimientos kalisténicos, o danza, o cualquiera de las demás disciplinas que abordan el movimiento corporal, que, por otra parte, pueden ser muy beneficiosas, pero a las que no podemos denominar yoga. 

- Pregunta: Yoga como educación, como terapia, como apoyo espiritual… ¿Qué dimensión del yoga le interesa más? 
- L.Kaminoff: Yo diría que lo que más me interesa es la educación porque yo a mismo me veo, fundamentalmente, como un educador. Entiendo la práctica del yoga como un proceso educativo que en ocasiones tiene una dimensión terapéutica y espiritual. La tarea fundamental del profesor es involucrar a los alumnos en su propio proceso de desarrollo, y eso para mí es un procedimiento fundamentalmente educativo. No me siento cómodo definiéndome como un terapeuta o como un guía espiritual; me siento muy cómodo cuando me defino a mí mismo como un educador.

- Pregunta: ¿Cuáles serían sus principales recomendaciones a un profesor de yoga para fundamentar sus enseñanzas? 
- L.Kaminoff: Bastante fácil: mantente en el cuestionamiento, mantén una mente abierta y al mismo tiempo escéptica. El equilibrio está en mantenerte abierto o abierta a nuevas ideas, a nuevas visiones, a nuevos procesos, y, a la vez, ser escéptico. Pero sobre todo, mantenerte en tu propia percepción de lo que estás aprendiendo, de tu propio conocimiento. Trata de que el lenguaje sea tu propio lenguaje, tus propias palabras, no las de otra persona. Sé honesto contigo mismo. Cuando te encuentras repitiendo las palabras de otra persona, por muy inspiradoras que sean, cuando no estás enseñando desde tu propio lenguaje, desde tus propias palabras, no estás enseñando algo que haya sido digerido ni asimilado por ti, no estás enseñando algo que tus células han transformado en parte de ti, no estás enseñando desde tu verdadero conocimiento.

- Pregunta: ¿Qué le gusta más de cómo se enseña yoga en la actualidad y qué le gusta menos? 
- L.Kaminoff: Lo que más me gusta es que el propio hecho de definirte como profesor de yoga supone que te puedes mantener a ti mismo y hacer del yoga tu profesión. E incluso tal vez puedas mantener a tu propia familia ejerciendo una labor en la que transmites algo que amas tanto como es el yoga. Las cosas no eran así cuando yo empecé. Antes, dedicarte al yoga era simplemente un hobby, tenías que hacer otras cosas para mantenerte. Estoy muy contento de que el yoga se haya extendido tanto, en tantas partes del mundo, pues ahora me puedo dedicar en exclusiva a enseñar yoga.

¿Qué es lo que menos me gusta? Es difícil decirlo, a veces la gente enseña cosas que son tontas, sin sentido, por motivos ajenos a la esencia del yoga… Pero cabe la posibilidad de que en una de estas clases que yo considero tontas un alumno, de pronto, encuentre algo que le haga conectar con el yoga o vislumbrar una experiencia que no ha tenido nunca antes. Gracias a eso puede que a las esas personas se les despierte cierta curiosidad, o ganas de ahondar más en la historia o la filosofía del yoga, y eso les mueva traspasar cualquier aspecto superficial que les haya llevado a la esterilla.

Probablemente lo que menos me gusta es la idea de convertir el yoga terapéutico en una nueva opción médica, hacer del yoga un nuevo tratamiento médico universal, estandarizado. Eso es una traición absoluta. Nuestros estudiantes, vienen a nosotros precisamente huyendo de la masificación, de esa etiquetación de la medicina. Entonces, ¿por qué vamos a tratar de encajar el yoga en ese espacio cuando lo que han venido buscando es una opción diferente?

Además, esa estandarización nos hace perder nuestra libertad como practicantes. Convertir el yoga terapéutico en un tratamiento oficializado, controlado por un gobierno, un seguro médico o cualquier otro tipo de institución de las que controlan la medicina, hace que perdamos totalmente la libertad de encontrar nuestro propio camino, nuestra propia investigación. Por esto yo lucho, he luchado durante mucho tiempo y seguiré luchando en contra de esta oficialización del yoga...

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