viernes, 29 de noviembre de 2013

PAUTAS PARA PROFESORES DE YOGA - Swami Niranjanananda Saraswati

¿Cómo podemos utilizar el yoga para sobrevivir en el mundo exterior?

 Swami Niranjan
 Antes de intentar entender cómo aplicar el yoga comercialmente, debemos comprender las limitaciones o situaciones a las que el yoga se enfrenta hoy en día, lo distintas que son las personas que están utilizando esta necesidad para proyectar el yoga en la sociedad, y cuál es el papel que nosotros desempeñamos.

Yoga se ha convertido en una palabra de moda, especialmente en los dos o tres últimos años en India. En la actualidad la gente va a clases de yoga a miles, pero realmente no sabe lo que es el yoga. Los practicantes no saben por qué realizan una determinada asana o un pranayama. Parece que únicamente lo hacen para conseguir un desarrollo físico, como una manera para poder manejar las limitaciones impuestas por su vida social.

¿Quiénes son estas personas que practican yoga? Son una mezcla de personas pertenecientes a distintas profesiones, estatus social, grupos económicos, tradiciones y religiones. ¿Cuál es su situación en la vida? Están luchando en dos frentes: el físico y el económico. Aquí, el término “físico” se refiere a los límites que la sociedad impone al cuerpo humano y al movimiento. Durante el día de una persona media ¿cuál es la proporción entre el movimiento y permanecer quieto? En el coche, sentado en la oficina o tumbado en el sofá, una persona pasa mucho tiempo sin moverse. En realidad, al movimiento se le dedica el tiempo mínimo. En casa uno se mueve de una habitación a otra, o si hay jardín, puede que se den diez pasos hacia fuera para recoger unas flores o para regar, o quizás media hora de paseo por la mañana o por la tarde.

Las personas que sienten la necesidad de hacer más ejercicio van al gimnasio, sudan un poco y vuelven a casa. Ésta no es una condición apropiada para el cuerpo físico, puesto que la salud del cuerpo depende del movimiento y del ejercicio regular de los órganos. De un cien por cien de movimiento hemos acabado en un cinco por ciento. La vida se ha vuelto fácil en las ciudades y no es necesario mucho esfuerzo físico para conseguir algo. Como resultado, se ha creado una condición en el cuerpo físico que, con el tiempo, se fija genéticamente. Las generaciones siguientes se vuelven débiles y por consiguiente sufren enfermedades y desequilibrios, causando un deterioro físico mayor.
El segundo frente con el que lucha una persona corriente es el económico. Hoy en día el mundo
gira alrededor del dinero, por eso hay que asegurarse unos ingresos adecuados para poder hacer frente a las necesidades y a las demandas familiares, lo que conduce al estrés psicológico y a la debilidad mental y emocional.

Actualmente, estas personas no van al yoga buscando la iluminación espiritual, sino para encontrar salud física y mental. No están interesadas en la creatividad y en cambiar su personalidad o sus valores. Lo único que desean es un cuerpo en forma y una mente ligeramente mejor. Eso es todo. Como no van en busca del auténtico propósito del yoga, no hay necesidad de hablarles de filosofía yóguica, y un profesor de yoga tiene que ser consciente de ello. Sin esa habilidad, no se puede ser un buen profesor de yoga, a pesar de que se tengan muchos títulos y certificados.

Debido a que la atracción al yoga va en aumento, hay muchas personas que lo contemplan como un
medio de vida. Esto es una locura y hay muchos profesores que no les importa si están enseñando el yoga correctamente; únicamente se interesan por su ganancias económicas. Ésta es una tendencia peligrosa. Lo que ocurrirá es que, con el tiempo, cuando se hagan evidentes los resultados negativos de ese tipo de enseñanza, habrá una disminución en la demanda del yoga.

Si deseas convertirte en un profesor de yoga sincero, tu responsabilidad es trabajar para llevar el correcto enfoque, comprensión y práctica a la gente. Hay muchos profesores que enseñan un yoga de tira y afloja y no un yoga sthiryam (firme) y sukham (cómodo). De repente han aparecido distintos nombres de marca, como power yoga, kinetic yoga, etc, que no tienen una comprensión del sistema yóguico, por lo que se apartan de la tradición yóguica. Por lo tanto si deseas trabajar como profesor de yoga, el primer compromiso es el de ser sincero con el yoga. De lo contrario, puedes enseñar, pero no serás un representante del yoga, alguien que posee una comprensión del yoga. Como profesor, tienes que practicar una vida yóguica. Vive tu día con una actitud yóguica y sé el testigo, el observador, el drashta, de ti mismo.

Otro factor que hay que entender es que en la sociedad de hoy en día, una organización es la que tiene el poder y no el individuo. Una organización puede evolucionar si posee las directrices y objetivos apropiados. Por ese motivo, si tienes la oportunidad de unirte a una organización o de crear una, debes hacerlo.

No tengas grandes sueños o te perderás en tu propia imaginación y fantasía y perderás las oportunidades existentes. Si deseas ser un yogui, tienes que recordar esta cuestión: no dejes pasar las oportunidades que existen en el presente. Hacemos planes, queremos hacer muchas cosas, pero como nos dejamos llevar por nuestros pequeños logros o problemas, el objetivo se convierte en el medio y el medio se convierte en el final. Si formas parte de una organización o si diriges una propia, también
tienes que estar entrenado en las tareas administrativas.

La otra cuestión a recordar es: no te enredes en los elogios que recibas. Puede que te preguntes que es lo que tienes que hacer cuando las personas te consideran una persona espiritual, iluminada o elevada,
cuando lo único que eres es un estudiante de yoga. Recuerda que en ese momento te estás 
identificando con tu ego. Si alguien te elogia, tienes que creer o decir, “Yo sé lo que soy, para 
mí lo importante no es tu opinión sino mi comprensión de mi mismo”. Si crees que estás inclinado espiritualmente, pero si te regocijas con el elogio o te deprimes con el insulto, ¿dónde está el equilibrio que debería haber como resultado de tu práctica? Por consiguiente, tienes que protegerte de las situaciones, palabras e ideas que perturben tu paz mental. 
Los profesores de yoga también tienen que entender de anatomía y de fisiología, y algo de psicología. Tienen que saber sobre pratyahara, dharana y dhyana. Tienen que tener la capacidad de diferenciar entre, por ejemplo, una ambición y un samskara, es decir, observar una cadena de acontecimientos y llegar a una conclusión. Deben tener un conocimiento de swabhava, la naturaleza individual, de hatha yoga, raja yoga, karma yoga y bhakti yoga. Con esto es suficiente. No es 
necesario saber kriya yoga y kundalini yoga. El noventa por ciento de las demandas de la sociedad pueden satisfacerse con un conocimiento de fisiología, anatomía, psicología, hatha yoga, raja yoga, karma yoga, dhyana yoga y bhakti yoga. 

¿Cómo podemos manejar nuestra propia negatividad mientras estamos enseñando?

Primero debes recordar que no eres el profesor. Cuando piensas de ti mismo que eres el profesor, este pensamiento bloquea el aprendizaje. Un estudiante nunca bloqueará el aprendizaje. En lugar de identificarte como un profesor, conviértete en el estudiante más humilde. Al final, el estudiante más humilde se convierte en un verdadero profesor, puesto que no cierra la puerta al aprendizaje. 

Cuando se enseña yoga, se enseña, asana, pranayama, shatkarma, meditación, etc. Hay discusiones sobre las prácticas y al final del curso los participantes se van con sus certificados o diplomas. Ésa es 
la tónica de la enseñanza del yoga, pero sólo es una enseñanza de clase. 

No se dan instrucciones sobre cómo convertirse en un profesor perfecto. La enseñanza del yoga no está confinada a las prácticas físicas o mentales. Que se realicen las asanas perfectamente no indica una buena enseñanza. La capacidad de comunicación no es indicativo de un buen profesor y tampoco la 
lectura de libros de yoga y su posterior comentario. No se enseña a la gente a convertirse en buenos profesores. 

¿Cuáles son los requisitos de un profesor de yoga? Cuando únicamente estamos enseñando asana, pranayama, trabajo corporal, trabajo óseo, trabajo muscular y trabajo energético, tenemos que estar armonizados con nuestro cuerpo, con nuestros movimientos, con nuestra respiración, pero no estamos 
controlando nuestra mente. Estamos controlando el cuerpo y no la mente. 
Nos aseguramos de que el cuerpo realice las posturas de manera correcta, pero la mente es libre de pensar lo que quiera. 

Además del entrenamiento en asana y pranayama, a los profesores se les da un sadhana específico para mejorar su habilidad en la enseñanza y para manejar todo su material mental. Como norma, cada profesor tiene que escribir un diario en el que tiene que esforzarse en imbuirse y poner en práctica los 
principios del yoga y no sólo realizar las prácticas. Escoge uno de los principios del yoga y trabaja en él durante un mes, de manera que se convierta en tu sadhana como profesor durante un mes. Después escoge otro principio y trabaja en él durante otro mes, y continúa trabajando de este modo. 

¿Cuáles son esos principios? Hay muchos profesores que desconocen sus fuerzas, debilidades, ambiciones y necesidades. Por eso los profesores deben realizar regularmente la práctica del SWAN como sadhana. Así como preparas tus clases, tomando notas de los libros y preparándote para ponerte cara al público e impartir una clase o una conferencia, debes ser capaz de mirar en el diario y reconocer lo que eres y dónde estás, y en este momento qué es lo que destaca en tu vida. 
Qué fuerza y qué debilidad son las que destacan, cuál es circunstancial, cuál es interna, cuál es un samskara, cuál es un deseo. De esta manera, los profesores pueden seguir sus propios estados mentales. 

Junto con esto, el profesor debe esforzarse en estar en un estado mental positivo antes de impartir las clases. ¿Cómo? Lo que no hay que hacer es llegar a casa del trabajo, cambiarse rápidamente y meterse en la clase de yoga con todo el estrés del trabajo, porque de este modo se está enseñando a los estudiantes a que se relajen mientras que la mente del profesor está bajo presión y tensión. 
Antes de dar una clase de yoga, el profesor debe hacer diez minutos de meditación para asegurarse de que está en el estado mental adecuado para dar la clase. En esos diez minutos de meditación debe identificarse con un principio de yoga y convertirse en ese principio. 

Swami Sivananda dio unas indicaciones muy claras sobre los principios yóguicos que uno debe intentar asimilar en la vida. Son dieciocho: serenidad, regularidad, ausencia de vanidad, sinceridad, sencillez, veracidad, ecuanimidad, determinación, no irritabilidad, adaptabilidad, humildad, tenacidad, integridad, nobleza, magnanimidad, caridad, generosidad y pureza. 

Como profesor, durante un mes practica la serenidad durante diez minutos antes de tus clases y a continuación, imparte la clase, manteniendo ese estado de serenidad. Como profesor de yoga, durante un mes practica la ausencia de vanidad. 
Primero, observa tu vanidad, después intenta controlar tus reacciones, tu ego, tu orgullo, e imparte la clase, observándote a ti mismo, así como a tus alumnos. 

Por lo tanto, los profesores de yoga deben convertirse en alumnos más humildes porque junto con su enseñanza en las clases, deben aprender a controlarse ellos mismos. Cuando tenemos la idea de la 
enseñanza, nos identificamos con el ego. Cuando hay identificación con el ego, no es posible conectarse con los principios del yoga. En realidad, el criterio de un profesor de yoga no es decir a la gente cómo practicar yoga o cómo enseñar yoga. Para ser un buen profesor de yoga, después del entrenamiento hay que identificarse con los principios del yoga y no con las prácticas. 
Enseña a la gente las prácticas de yoga, pero para ti, practica los principios del yoga. Sólo puedes convertirte en un buen profesor de yoga si te entrenas en cómo controlar tu agitación mental y tu negatividad. 

¿Qué cualidades forman parte de un auténtico profesor de yoga?

Encontraremos la respuesta en el libro Juan Salvador Gaviota. Juan Salvador Gaviota era una gaviota joven y desenvuelta que quería ser la que más rápido volara. En la vida experimentó tanto el éxito como el fracaso, pero finalmente llegó a convertirse en un maestro. Al final, cuando las jóvenes gaviotas 
se acercaban a él para que las enseñara a volar, simplemente les decía: “Empecemos por lo básico”. Una persona que puede decir “Empecemos por lo básico” es un auténtico profesor de yoga. Pero la persona que intenta satisfacer las expectativas de los alumnos, olvidando lo básico, no es un profesor de yoga. 

Cada sistema tiene una disciplina. Cuando se empieza a estudiar matemáticas, no se empieza directamente por las matemáticas más difíciles; se empieza aprendiendo a sumar y a restar. Así es 
como debe empezar un profesor de yoga, piensen lo que piensen los demás.
Los profesores de yoga deben tener un plan al que deben ajustarse, y no deben cambiarlo de acuerdo a la opinión de los alumnos. Tendemos a dejarnos influir por las distintas opiniones porque creemos que si no enseñamos lo que los alumnos están buscando o esperando aprender, se irán con otro profesor y 
perderemos el dinero. Esta idea provoca una fobia en la mente del profesor y se hace difícil enseñar el yoga correctamente. 

La enseñanza del yoga no debe ser alterada, restringida u obligada por las ideas de los alumnos que acuden a clase. Se debe tener un plan y seguirlo. En el plan, siempre hay que empezar por lo básico y procurar ser un profesor de yoga sencillo. Durante el proceso de aprendizaje, se estudian los diferentes 
métodos y sus complicados detalles, pero cuando se empieza a enseñar, siempre hay que empezar por lo básico. Cuando un profesor de yoga se vuelve más complejo, se le sube a la cabeza. Por lo tanto, la sencillez en la instrucción, la sencillez en la práctica y la sencillez en dirigir a los alumnos deben 
convertirse en el distintivo de un profesor de yoga. No hay que demostrar a nadie que se sabe más que los otros profesores. 


Fuente: revista: "Vishuddhi"

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