lunes, 1 de septiembre de 2014

EL YOGA DE MEDITACIÓN - Swami Krishnananda - part 1

SIGNIFICADO Y MÉTODO DE LA MEDITACIÓN

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El arte de la meditación no es un trabajo para ser realizado en la forma en que efectuamos en la vida los
deberes diarios de la profesión, puesto que todas las actividades de la vida están en forma de una función de la individualidad o la personalidad, actividades que son, en gran medida, extrañas a la naturaleza, debido a lo cual, después del trabajo viene la fatiga y, en ocasiones, quedamos completamente hastiados con el trabajo.

Pero la meditación no es una función de esta clase, y es diferente de las actividades con las cuales el hombre generalmente está familiarizado. Si en algún momento nos sentimos cansados de la meditación, solo tenemos que concluir que hemos estado involucrados en otra clase de actividad que, aunque llamemos meditación, realmente no lo es.

Debemos hacer una distinción cuidadosa entre nuestro ser y la acción que procede de nuestro ser. Lo que en ocasiones fatiga a la persona es ésta última, y no la primera.
Podemos cansarnos del trabajo, pero no podemos cansarnos de nosotros mismos. Se sigue naturalmente que cuando quiera que estemos cansados de un trabajo o función, ésta no es parte de nuestra naturaleza, sino extraña a ella. Si la meditación se va a convertir en un trabajo o función de nuestro ser, también estará por fuera de nuestra naturaleza y algún día, no solo estaremos cansados, sino hastiados de ella, puesto que se impone como un elemento extraño a nuestro ser o naturaleza, y es una característica del ser esencial
deshacerse por varios métodos de cada cuerpo extraño.

Los aspirantes del sendero espiritual generalmente están familiarizados con el hecho de que la meditación es la cima del Yoga, así como la consumación del esfuerzo espiritual. Pero en realidad son muy pocos los que acceden a su significado central, pues la mayor parte de su esencialidad se pierde en una confusión, que generalmente sucede por equiparar la meditación con una clase de trabajo o actividad de la mente, razón por la cual, la mayor parte de las personas encuentra difícil sentarse en meditación por largo tiempo, y
son vencidos tanto por el sueño, como por el cansancio general del sistema psicofísico. Es curioso que aquello a lo que uno apunta como la meta de su vida se convierta en causa de fatiga, frustración y, aun en ocasiones, de disgusto.

Las personas intentan conocer los secretos de la meditación a causa de la insatisfacción con las actividades normales de la vida y al detectar un vacío en el valor de la existencia terrenal. Si aun este remedio que se buscó para llenar el vacío de la vida crea la sensación de otro vacío, defecto o insatisfacción, y si hay factores que pueden presionar a la persona hasta pensar que ya es ‘suficiente’ la meditación y la hacen cambiar a otra actividad, tal como una diversión, se debe concluir que existe un serio defecto en nuestro
concepto de meditación.

Cuando cuidadosa y afectuosamente investigamos sobre la meditación como ejercicio espiritual, nos encontramos cara a cara con ciertas verdades tremendas acerca de la Naturaleza y la Vida como un todo. Antes de dedicarnos a alguna tarea, necesitamos una idea clara de la misma, o al final haremos un lío sobre lo que se suponía, íbamos a hacer.

La pregunta fundamental es: '¿Cómo sabe uno que la meditación es el remedio para los defectos de la vida?'
Para una respuesta a esta pregunta se necesita saber qué es aquello de lo que realmente carecemos en la vida, debido a lo cual buscamos ayuda en la meditación. Por lo general, la insatisfacción es causada por un sentimiento que nos invade después de haber vivido la vida un número suficiente de años, y ver que los deseos del hombre parecen no tener fin; que entre más posesiones se tenga, también es mayor la ambición y la codicia; que aquellos que parecen ser amigos, también son capaces de abandonarlo a uno en horas
cruciales de la vida; que los objetos de los sentidos nos enredan en complejidades mecánicas en lugar de aliviarnos de la tensión, la ansiedad y el deseo; que nuestro anhelo de felicidad excede todos los conceptos finitos, y nunca será satisfecho por nada de lo que contiene el mundo por la limitación que causa una cosa excluyendo la otra, y la capacidad de una cosa de incluir a otra en su estructura; que los llamados placeres de la vida parecen ser solo irritación del sistema nervioso, sumisión a impulsos involuntarios y esclavitud de los instintos, en vez del logro de una libertad real, la cual es la única cosa a la que el hombre aspira finalmente.

Si éstas y muchas otras cosas son los defectos de la vida, ¿cómo espera uno corregirlos mediante la meditación? Los defectos parecen ser realmente horrorosos, más de lo que la mente humana ordinaria puede comprender y contener. No obstante, surge la esperanza de que la meditación pueda enmendarlos, y si esta esperanza tiene algún significado o realidad, entonces el rango de la meditación se extenderá más allá de todas las limitaciones de la vida humana.

Entonces la verdadera meditación será un trabajo universal de la mente, y no un simple pensamiento privado encerrado en el clóset de nuestra habitación. Este aspecto de la naturaleza de la meditación no está dentro de la noción que de ella han estado considerando en sus mentes muchos aspirantes espirituales. Un análisis de la naturaleza de la meditación nos muestra una realidad más profunda que aquella que comprenden los procesos psicológicos normales de la mente, tales como el pensamiento, sentimiento y entendimiento, de tal forma que la meditación se convierte en un despertar del alma del hombre, en vez de ser un simple funcionamiento de la mente.

La actividad del alma no florece bajo condiciones normales. Durante la mayor parte de la vida el hombre está confinado solo a ciertos aspectos de sus manifestaciones cuando piensa, entiende, siente, quiere, recuerda, etc. Sin duda todos estos son una expresión parcial de la individualidad humana, pero de ninguna manera se acercan a la verdadera manifestación del alma. La diferencia entre las funciones humanas normales y la actividad del alma, es que en el primer caso, cuando una función se lleva a cabo, las otras están aparte, ignoradas o suprimidas, de tal forma que el hombre no puede hacer todas las cosas al mismo tiempo; en el segundo caso, la totalidad del hombre en su esencia surge ante la ocasión que sea, y nada de él queda excluido de esta actividad. Por rareza el alma actúa en la vida humana, pero cuando lo hace, aun en forma leve o distorsionada, uno olvida todo el mundo incluyendo la conciencia de la propia personalidad y disfruta una felicidad por siempre incomparable. Las manifestaciones leves de alma a través de los canales de la personalidad humana pueden observarse en los extáticos entusiasmos del arte, particularmente de las
bellas artes, tales como la música elevada y la satisfacción derivada de la apreciación de los grandes genios de la literatura. En tales momentos la persona se olvida de sí misma y se vuelve una con el objeto de apreciación. Esta es la razón por la cual el arte es capaz de llamar poderosamente la atención del hombre haciéndolo, por así decirlo, olvidarse de todo. Pero en la vida diaria de un individuo hay al menos tres
ocasiones cuando el alma se manifiesta externamente y lo inunda de incomparable felicidad; estas son ocasiones cuando satisface (1) el hambre intensa; (2) el apetito sexual; (3) el sueño. En estas tres instancias, especialmente cuando los impulsos son muy intensos, la totalidad del ser de una persona actúa, y aquí la lógica del intelecto y las etiquetas del mundo no sirven para nada. La razón es simple: cuando el alma actúa, aun a través de los sentidos, la mente y el cuerpo, los cuales son sus expresiones distorsionadas, su presión es irresistible, porque el alma es la esencia del ser total y no meramente de ciertas facultades funcionales de una persona.

En tanto que puede sacrificarse la felicidad que ofrecen ciertos aspectos de la personalidad en aras de otras
insistentes exigencias, no puede haber tal compromiso cuando el alma presiona a la acción.
El resultado de la anterior investigación muestra que cuando el alma actúa normalmente, no hay conciencia de lo externo, ni aún de la propia personalidad, y la felicidad experimentada es arrobadora y extática. Y hemos observado que la meditación es el comienzo de la acción del alma, y no solo una función de la mente, esto también explicará por qué, cuando se practica correctamente, la meditación es placentera y no puede ser fuente de fatiga o tedio. Sin embargo, la meditación difiere totalmente de las manifestaciones del espacio y el tiempo del alma enumeradas en párrafos anteriores. En meditación la manifestación del alma no es a través de los sentidos, la mente, ni el cuerpo, aunque su impacto pueda sentirse en alguno de éstos antes de que se revele por completo en el proceso llamado meditación.

El Sadhaka intenta manifestar gradualmente su alma en la técnica de la meditación. Los sentidos son un mal medio para la manifestación del alma, puesto que la actividad sensorial nunca es total, ya que un sentido funciona diferente de otro, y excluye al otro, mientras que el alma lo incluye todo. De aquí que cuando hay una presión sensorial proveniente del alma, se convierte en una pasión esclavizante, casi una locura, pues no toma en consideración los otros aspectos de la vida. El cuerpo tampoco es un medio apropiado para la expresión del alma, ya que es inerte y casi carente de vida, a no ser por la energía vital o Prana que lo penetra. El único medio a través del cual se puede revelar el alma es la mente que, aunque opera en términos de la información enviada por los sentidos, también tiene la capacidad de organizar y sintetizar el conocimiento sensorio en una especie de totalidad, de ahí que la mente está en posición de reflejar el alma, cuyo carácter esencial es la totalidad del ser. Por esta razón el proceso de meditación debe ser siempre a través de la mente, aunque su intención es trascenderla. Las actividades mentales al estar a medio camino entre la operación de los sentidos y la existencia del alma, tienen un doble carácter, a saber, atracción por los objetos exteriores y un anhelo de perfección que le viene del interior. Entre más éxito tenga la mente en abstraerse de la información sensorial en términos de los objetos, más éxito tendrá en meditación. Con este propósito, los sadhakas desarrollan una serie de técnicas que retiran la mente de los objetos de los sentidos y la dirigen paulatinamente hacia la totalidad que es el alma. Las principales formas de este método, en forma ascendente, podrían ser: (1) concentración en un punto externo, sea un símbolo, imagen o retrato; (2) concentración en un punto interno, sea un símbolo, imagen o retrato; (3) concentración en la existencia universal.

Para la concentración se escoge un punto externo, sea símbolo, imagen o retrato, con el propósito de que la mente no se sienta despojada de repente de los objetos de los sentidos, y siga ligada al menos a un objeto. Algunos buscadores concentran sus mentes sobre un punto en una pared, la llama de una vela, una flor, el retrato de algo que les simpatiza mucho, o la imagen concreta de una deidad escogida por uno para culto. Todo esto, en últimas, tiene el mismo efecto sobre la mente y ayuda a concentrar los rayos mentales desde la diversidad de objetos en un solo y fuerte rayo enfocado sobre un objeto dado. La intención de tal concentración es desasir la mente de su complicación entre la maraña de objetos. Cada pensamiento es un síntoma de complicación, puesto que el pensamiento recae sobre un objeto, y cada objeto está relacionado con todos los demás objetos por similitud, comparación o contraste. Aparte de este sistema lógico de pensamientos, un objeto físico está sutilmente relacionado con otros objetos físicos mediante vibraciones invisibles, de ahí que pensar sobre un objeto es al mismo tiempo estimular sus vibraciones, las cuales son
inseparables de las formas físicas de los objetos. La concentración sobre una forma dada rompe el hilo que une la mente con las cosas externas, y el objeto de tal concentración, finalmente, es la separación entre el
pensamiento y el sentido de externalidad, que es la esencia de la existencia de un objeto. Cuando el pensamiento se libera de la atadura de la externalidad, a la vez se libera de la calidad de Rajas o fuerza que lo empuja hacia el objeto, así como de Tamas, que es una reacción negativa de la actividad Rajásica. De esta manera la concentración lleva a la liberación de Rajas y Tamas, que coincide con la aparición de Sattva o transparencia de la conciencia al reflejarse a través de la mente. Es en el estado de Sattva cuando el verdadero ser de todas las cosas, llamado Atman, se revela a sí mismo como aquello que comprende toda existencia y que es incomparable en esplendor y felicidad.

Los Sadhakas también practican la concentración sobre centros internos de acuerdo con sus predilecciones
especiales de temperamento. El proceso de liberación psicológica alcanzado es similar al que se obtiene mediante la concentración sobre puntos o formas externas, siendo la única diferencia que en la concentración interna los objetos son solo formas de pensamiento, en vez de cosas o lugares físicos. La idea de 'externo' e 'interno', realmente hace referencia al propio cuerpo físico, de tal manera que es más un procedimiento adoptado por conveniencia, que un sistema con un objetivo último significativo. Cualquier cosa sobre la que uno se concentre exteriormente, cuando se usa en la concentración interna se considera como una imagen
psicológica. Una característica especial que solo se descubre en la concentración interior, es que en este método se puede concebir a gusto cualquier forma de realidad, así no corresponda a nada del mundo físico, como las ideas de contenerlo todo, felicidad en la unión, unidad, armonía, suprema abundancia y aun ideas tales como el Infinito, la Eternidad y la Inmortalidad. Sin embargo, estas tres últimas ideas mencionadas trascienden la idea de interioridad y abren el concepto de lo Universal.

La idea de universalidad sobrepasa las barreras de externalidad e interioridad creadas por la mente con referencia al cuerpo y la personalidad, y visualiza todas las cosas, incluyendo la propia individualidad, como
orgánicamente relacionadas entre sí en una totalidad más amplia, donde no existen cosas tales como sujeto y objeto, ni el que ve, ni el que es visto, categorías que son el resultado de la auto referencia de cada individuo particular, en contraste con los otros individuos o cosas. Lo universal no puede ser imaginado, puesto que el pensamiento siempre es subjetivo, y a la vez exterioriza el objeto. Por esta razón, el concepto de universal debe ser considerado casi como una imposibilidad.

Sin embargo, para propósitos de meditación, puede presentarse a la mente un concepto universal a través de la mutua transferencia de significados entre el sujeto y el objeto, lo que dará como resultado tres alternativas: (1) Cada sujeto también es un objeto para otros; (2) cada objeto es un sujeto para sí mismo, y; (3) no existe ni sujeto ni objeto donde hay determinación mutua entre las partes de un todo.

Cada unidad de existencia puede concebirse como un todo en sí misma, es decir, un organismo autodeterminado en todo sentido. Puede haber muchos de estos organismos en una serie de pequeños a grandes, y el más grande de ellos es el Universo. Concebir el universo como él se concebiría a sí mismo, es ser capaz de pensar el Universal. En meditación esta técnica envuelve gran esfuerzo de pensamiento y voluntad para mantener la conciencia de la transcendencia de la relación entre sujeto y objeto en alguna de las formas sugeridas arriba. Puesto que la individualidad corporal como organismo psicofísico se mantiene por la tensión entre ella misma y los demás, a los cuales considera objetos, cualquier procedimiento que supere o libere esa tensión, será un método bienvenido de contemplación universal. Los buscadores que están en esta última categoría ciertamente son muy raros y escasos en número, puesto que este pensamiento superior al normal no es dado a todo el mundo, a causa del hábito de la mente de confiar en los objetos de los sentidos, al aislarlos de su verdadera posición. Las Upanishads y el Bhagavadgita están repletos de
descripciones de este estado de conciencia, cuando se contempla el multiforme universal. Se deben mencionar especialmente los capítulos 3° y 4° de la Upanishad Brihadaranyaka; los capítulos 5° y 7° de la Upanishad Chandogya; el capítulo 11 del Bhagavadgita, así como la descripción del Absoluto que encontramos en el capítulo 13.

Esta es la senda del Jnana, conocimiento puro o meditación impersonal.
Los métodos de meditación Bhakti o sendero de amor y devoción enfatizan la forma personal de Dios más que la impersonal, y en vez de la fijación de la conciencia en su papel de puro conocimiento, como en el sendero del conocimiento, dirigen la emoción como amor a la forma en la cual Dios se manifiesta ante la mente contemplativa. La teología Vaishnava concibe a Dios en una serie de cinco manifestaciones conocidas como Para o el Supremo, Vyuha o el Grupo, Vibhava o la Encarnación, Archa o el Símbolo de adoración, y el Antaryamin o Morador Residente. 'Para', es Dios concebido como el Creador trascendente, cuya naturaleza inspira temor reverente, y su elevada presencia conlleva el sentimiento de ser inaccesible y remota para el polvo de la tierra. 'Vyuha' es Dios concebido como un grupo de manifestaciones, conocidas en las escrituras Vaishnava como Vasudeva, Sankarshana, Pradyumna y Aniruddha, las cuales casi corresponden con la mutua relación de Brahman, Ishvara, Hiranyagarbha y Virat, de la terminología Vedanta.
'Vibhava', es Dios en una encarnación manifestada en los planos de creación para remediar las penas de sus
habitantes. 'Archa' es la imagen o símbolo usado en la adoración ya sea interna o externa, forma limitada que ayuda a la mente a concentrarse en Dios a través de un foco finito, que paso a paso se va ensanchando a realidades cada vez más amplias. 'Antaryamin' es la contraparte de 'Para': Dios como la presencia que mora en el interior, no por fuera de la creación y difícil de acceder, sino como el alma de la creación, en cuyo interior vive y es capaz de contactarse vitalmente con cualquier partícula, espacio o átomo.

El sendero del Bhakti también tiene métodos de concentración de la mente mediante Sravana o escuchar las
glorias de Dios, Kirtana o cantar Sus nombres, Smarana o recordar a Dios mediante Japa, etc., Padasevana o adoración de Sus pies en sus manifestaciones o Su ser esencial, Archana o adoración formal mediante métodos rituales, Vandana u oración ofrecida a Dios, Dasya o la actitud de ser un sirviente de Dios, Sakhya o actitud de amistad hacia Dios y, finalmente, Atma-Nivedana o rendirse a Dios. Estos son diferentes medios de alcanzar la consumación del amor divino, por medio del cual la mente se ata a la existencia de Dios y a sus atributos asociados, tales como omnisciencia, omnipotencia, compasión y similares.

La técnica de concentración de la mente en el sistema Yoga de Patanjali está relacionada más con el aspecto volitivo del órgano psicológico, que con el entendimiento y el sentimiento, como en el Jnana y el Bhakti. La voluntad juega aquí un papel prominente, y la concentración es el esfuerzo de la mente por fijar su atención en los diferentes grados de realidad, a saber, (1) el universo físico de cinco elementos en términos de la relación espacio temporal y la relación de idea, nombre y forma; (2) los cinco elementos en sí mismos
independientes de estas relaciones; (3) los principios formativos internos de los cinco elementos en términos de la relación espacio temporal, y la relación de idea, nombre y forma; (4) los principios formativos de los cinco elementos independientemente de las relaciones; (5) la felicidad que sigue a esta concentración en el ser diáfano; (6) la pura Conciencia del Ser, consecuencia de esta felicidad; (7) retención de la memoria de la exterminación de todas las formas mentales en la más fina esencia de la Conciencia del Ser y, finalmente, (8) entendimiento de la Existencia Pura como el Absoluto.

Un sistema espiritual de vida conocido como Karma-Yoga rara vez se asocia con la meditación. No obstante, el KarmaYoga es realmente meditación en acción y es un Yoga por sí mismo. Sin embargo, para los principiantes en la vida espiritual es difícil imaginar cómo una acción puede también ser meditación, ya que la acción se asocia con el movimiento tanto físico, como psicológico, mientras que la meditación se considera como una atención en la cual todo movimiento se detiene. La acción que es el Karma Yoga se diferencia de la usual definición de acción en cuanto se distingue de la concentración o atención de la mente. Principalmente en el Bhagavadgita se encuentra una exposición de este método, donde la habilidad para la acción se identifica con el equilibrio en la actitud de la conciencia. El Yoga no solamente es suprema habilidad en la acción perfecta, sino al mismo tiempo estabilidad de conciencia o ecuanimidad de mente.

Los dos aspectos de esta técnica particular no pueden reconciliarse en tanto la acción esté limitada a las actividades personales provenientes del deseo. El Karma-Yoga es acción sin deseo, la cual es solo consistente con la conciencia espiritual. El Ser, que es puro equilibrio de existencia, es coextensivo a la realidad cósmica y, por lo tanto, puede ser reconciliable con la acción cuando ésta se transforma en un
proceso impersonal de existencia espiritual, en lugar de una actividad personal de deseo individual. Este concepto de acción espiritualizada es un paso avanzado en Yoga y no puede prescribirse a los novicios, que no pueden imaginar nada más allá de su personalidad corporal. Pero una vez ha aprehendido el espíritu, el buscador pasa incólume por la vida, sin que lo afecten las simpatías o aversiones, y contempla la divinidad en todas las acciones, las cuales él identifica con el proceso del universo. En conceptos menores del Karma Yoga, se define éste como la actitud hacia toda actividad, como una forma de movimiento de las propiedades de la Naturaleza externa, de las cuales uno permanece como testigo impasible. También es considerado el Karma Yoga, como acción ejecutada en espíritu de servicio a Dios, o aun de servicio a la humanidad y todos los seres vivientes, acción cuyos frutos el ejecutor no desea, sino que los ofrece enteramente a Dios.

Una característica especial dentro de las formas de meditación interna es un sistema conocido como Kundalini Yoga. Aquí el sistema humano en su sutil carácter interior se considera como una muestra microscópica del universo, y se intenta manipular las fuerzas de la Naturaleza por la regulación de las fuerzas que existen dentro de uno mismo.

Los reinos del cosmos se corresponden con los centros del individuo, los cuales, se acepta, son siete. La concentración sobre esos puntos en el microcosmos estimula las fuerzas allí alojadas, las cuales tienen una relación íntima con los centros relativos en el macrocosmos. Por lo tanto, la meditación sobre dichos centros es equivalente a la meditación sobre la realidad del cosmos. Sobre estas meditaciones hay enormes detalles formulados en un grupo de textos llamados Tantras, los cuales enuncian métodos para sobrepasar gradualmente las formas más densas de la Naturaleza, a través del ritual, la adoración, la recitación de fórmulas, la regulación de la respiración y la concentración de la mente. Puesto que algunas de las formas prescritas en los Tantras llevan al buscador a los objetos de los sentidos y a la Naturaleza material, aunque con la vista puesta en trascenderlos en una experiencia espiritual, el peligro de retroceso o caída para los
inexpertos o incautos es mayor en éste, que en los demás senderos del Yoga. La técnica es muy científica, pero cuando se intenta por parte de mentes no purificadas, no está completamente libre del peligro de caer en tentación y retrogresión.

Todos los procesos de meditación son, en últimas, formas de despertar la conciencia del Alma, la cual es en el fondo conciencia de Dios. En la meditación practicada correctamente, aquello que en apariencia es extraño y externo a nuestro propio cuerpo, se entreteje vitalmente con el tejido de nuestro propio ser. En resumen, meditación es el arte de unirse con la Realidad.

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