miércoles, 23 de abril de 2014

LA VERDADERA NATURALEZA DE LA SALUD por B.K.S. Iyengar


Lo único que la mayoría de las personas le pide al cuerpo es que no les perturbe. La mayoría de las personas se sienten sanas si no sufren enfermedades ni dolores, inconscientes de los desequilibrios que existen en sus cuerpo y sus mentes y que en última instancia provocarán enfermedades. El yoga tiene un triple impacto en la salud. Mantiene sana a la gente sana, impide el desarrollo de enfermedades y ayuda a recuperar la buena salud.

Pero las enfermedades no son únicamente un fenómeno físico. todo lo que perturba vuestra vida y vuestra práctica espirituales es una dolencia y acabará manifestándose en una enfermedad. Como la mayoría de la gente moderna ha separado sus mentes de sus cuerpos, y sus almas han sido desterradas de sus vidas corrientes, olvidan que el bienestar de cuerpo, mente y espíritu está íntimamente entretejido como las fibras de nuestros músculos.

La salud empieza con la firmeza corporal, pasa a convertirse en estabilidad emocional, luego lleva a la claridad intelectual, a la sabiduría, y finalmente a desvelar el alma. Sí, la salud puede clasificarse de muchas maneras. Tenemos la salud física, con la que todos estamos familiarizados, pero también existe la salud moral, la salud mental, la salud intelectual e incluso la salud de nuestra consciencia, la salud de nuestra conciencia y finalmente la salud divina. Todas están relacionadas y dependen del grado de consciencia en el que vivimos.

Pero un yogui nunca olvida que la salud debe empezar con el cuerpo. El cuerpo es el hijo del alma. A los hijos hay que alimentarlos y educarlos. La salud física no es una mercancía por la que podamos regatear. Ni puede ingerirse como si fuera una medicina o una pastilla. Debe obtenerse sudando. Es algo que debemos ir construyendo. En nuestro interior debemos crear la experiencia de belleza, liberación e infinito. Eso es salud. Las plantas y los árboles sanos dan muchas flores y frutos. De igual modo, una persona sana emite sonrisa y felicidad cual rayos solares.

La práctica de yogasana a fin de obtener salud, de estar en forma o de mantener la flexibilidad, es la práctica externa del yoga. Pero aunque es una aspiración legítima desde la que empezar, no es el fin. Al ir penetrando en el cuerpo interior, la mente se va sumergiendo en el asana. La primera práctica externa sigue siendo seca y periférica, mientras que la segunda práctica, más intensa, inunda literalmente al practicante de sudor, empapándolo lo suficiente como para que pueda buscar los efectos más profundos del asana.

No hay subestimar el valor de asana. Incluso las asanas sencillas permiten experimentar los tres niveles de la búsqueda externa, que reporta firmeza corporal; la búsqueda más interna, que reporta ecuanimidad en la inteligencia, y la búsqueda más interna, que reporta benevolencia de espíritu. Aunque un principiante no suele ser consciente de estos aspectos al ejecutar un asana, no por ello dejan de estar presentes. Suelo oír a gente diciendo que se encuentran más ligeros y enérgicos cuando practican unas pocas asanas. Cuando un principiante experimenta este estado de bienestar, no se trata meramente de los efectos externos y anatómicos del yoga, también se trata de los efectos fisiológicos y psicológicos de la práctica.

Mientras el cuerpo no goce de una salud perfecta se permanecerá atrapado en la consciencia física. Eso distrae de la tarea de curar y cultivar la mente. Necesitamos cuerpos sanos para desarrollar mentes sanas.

El cuerpo puede convertirse en un obstáculo a menos que trascendamos sus limitaciones y acabemos con sus compulsiones. Por ello debemos aprender a explorar más allá de las fronteras conocidas, y eso significa ampliar e interpretar nuestra percepción consciente y aprender a ser dueños de nosotros mismos. Asana es el método ideal para ello.

Las llaves para abrir nuestro potencial son las cualidades de pureza y sensibilidad. La cuestión fundamental acerca de la pureza, o simplemente limpieza o higiene, como suele denominarse en los textos yóguicos, no es sobre todo moral. Se trata de que la pureza permite la sensibilidad. La sensibilidad no es debilidad ni vulnerabilidad; es una claridad de percepción que permite una acción juiciosa y precisa.

Por otra parte, la rigidez tiene su origen en la impureza, en las toxinas acumuladas, tanto en un sentido físico como mental, en cuyo caso decimos que son prejuicios o estrechez mental. La rigidez es insensibilidad. El sudor del esfuerzo y la visión interior nos aportan, a través de un proceso de eliminación y autoeducación, tanto pureza como sensibilidad.

La pureza y la sensibilidad nos benefician no sólo respecto al viaje interior, sino también en relación a nuestro entorno externo, el mundo exterior. Los efectos de la impureza son, pues, indeseables. Provocan que desarrollemos duros caparazones a nuestro alrededor. Si levantamos un caparazón bien rígido entre nosotros mismos y el mundo que está más allá de nuestra piel, nos estaremos privando de la mayoría de las posibilidades que nos ofrece la vida. Estaremos desconectados del libre fluir de la energía cósmica. De ese modo resulta muy difícil dejarse nutrir o permitir la salida de toxinas. Vivimos en una cápsula, lo que el poeta denominó una "ciudadela vana".

Como mamíferos, somos homeostáticos. Eso significa que mantenemos ciertos equilibrios constantes en el cuerpo, como por ejemplo la temperatura, adaptándonos a los cambios y a los desafíos provenientes del entorno. La fuerza y la flexibilidad nos permiten mantener un equilibrio interno, pero el ser humano intenta cada vez con más insistencia dominar el entorno en lugar de controlarse a sí mismo. La calefacción central, el aire acondicionado, los coches que utilizamos para desplazarnos trescientos metros, las poblaciones que permanecen iluminadas durante toda la noche y los alimentos importados desde cualquier parte del mundo fuera de temporada son ejemplos de cómo intentamos soslayar nuestro deber de adaptarnos a la naturaleza, pasando a intentar forzar a que ésta se adapte a nosotros. Con ello lo único que conseguimos es tornarnos frágiles y quebradizos. Incluso muchos de mis estudiantes indios, que ahora se sientan todos en sillas en sus casas, se están volviendo demasiado rígidos para poder adoptar la postura del loto con facilidad.

Supongamos que perdéis el trabajo. Se trata de un desafío externo que conlleva otras preocupaciones, como cómo pagar la hipoteca, y alimentar y vestir a los hijos. También representa una sacudida emocional. Pero si se está equilibrado, si existe una ósmosis energética entre vosotros y el mundo exterior, os adaptaréis y sobreviviréis, encontrando otro trabajo. Pureza y sensibilidad significa que recibirmos un cheque cósmico cada día de nuestras vidas. Cuando a través de la práctica empieza a notarse armonía e integración en las envolturas internas del ser, se inicia de inmediato un proceso de armonización e integración con el mundo en que vivimos.

Un gran beneficio del yoga, incluso para los que llevan poco tiempo de práctica, es la felicidad que aporta, un estado de contento autosuficiente. La felicidad es buena en sí misma y una base desde la que progresar. Una mente agitada no puede meditar. Una mente feliz y serena nos permite proseguir nuestra búsqueda así como vivir con arte e ingenio. ¿Es que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos no habla de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad? Si eso lo hubiera escrito un yogui, habría dicho la vida, la felicidad y la búsqueda de la libertad. A veces la felicidad puede conllevar estancamiento, pero si la libertad proviene de una felicidad disciplinada, ahí existe la posibilidad de una auténtica liberación.

Como ya he dicho, el cuerpo no debe ni descuidarse ni mimarse en exceso, pues es el único instrumento y el único recurso con el que contamos para embarcarnos en la búsqueda de la libertad. En ocasiones parece que esté bien visto apreciar al cuerpo como algo no espiritual, pero no obstante, nadie puede permitirse el lujo de descuidarlo. En otras ocasiones está bien visto gratificarse a través del cuerpo y despreciar lo que no es físico: no obstante, nadie puede negar que haya más en la vida que el mero placer o dolor físicos. Si abandonamos o gratificamos el cuerpo llega la enfermedad y aumenta nuestro apego por él. El cuerpo deja entonces de servir como vehículo para el viaje interior y es como llevar una rueda de molino atada al cuello por el camino real que conduce al alma. Si decís que sois el cuerpo, estáis equivocados. Si decís que no sois el cuerpo, también estáis equivocados. La verdad es que aunque el cuerpo nace, vive y muere, no podéis tener un vislumbre de lo divino si no es a través de él.

El yoga considera al cuerpo de un modo bastante distinto que los deportes occidentales, que tratan al cuerpo como si fuese un caballo de carreras, tratando de hacer que sea más y más rápido, compitiendo con otros cuerpos en velocidad y fuerza. Hoy día existe en la India lo que podría considerarse como "Olimpíadas yóguicas", en las que los practicantes de yoga compiten entre sí. A mí no me parece censurable. A lo largo de mi vida he ofrecido infinidad de demostraciones por todo el mundo a fin de popularizar el yoga. Aunque se trate de exhibiciones de yoga que lo presentan como un arte, la esencia del yoga no está en la demostración externa sino en una educación interna. El yoga es hermoso y divino a la vez. En última instancia, lo que el yogui busca es la luz interior, así como belleza, infinitud y liberación. Antaño, un periodista me llamó "el Iyengar de hierro", y tuve que corregirle, explicarle que yo no era duro como el hierro, sino como el diamante. La dureza del diamante forma parte de su utilidad, pero su verdadero valor reside en la luz que brilla a través de él.

Así pues, ¿cómo deberíamos encarar y practicar asana de manera que nos llevase a la salud y la pureza? ¿Qué camino conduce de la flexibilidad a la divinidad? Los Yoga Sutras del sabio Patañjali proporcionan la base de una vida yóguica. Resulta curioso que sólo cuente con cuatro versículos que tratan específicamente de asana. Cada una de esas menciones merece ser estudiada y comprendida en profundidad. Patañjali dijo que las asanas reportan perfección el cuerpo, belleza en la forma, gracia, fortaleza, compacidad, y la dureza y luminosidad de un diamante. Su definición básica de asana es: "sthira sukham asanam". Sthira significa firme, fijo, estable, resistente, duradero, sereno, calmo y tranquilo. Sukha significa deleite, bienestar, alivio y beatitud. Asanam es el plural sánscrito de asana. Así pues, la presentación de un asana debería ser ecuánime, imperturbable y serena a todos los niveles del cuerpo, mente y alma. O como ya dije antes: "Asana es perfecta firmeza corporal, ecuanimidad en la inteligencia y benevolencia de espíritu".

En última instancia, cuando todas las envolturas corporales y todas las partes de la persona se coordinan al realizar un asana, se experimenta el cese de las fluctuaciones mentales y también la liberación de las aflicciones. En asana hay que alinear y armonizar el cuerpo físico y todas las capas del cuerpo sutil emocional, mental y espiritual. Eso se llama integración. ¿Pero cómo alinear esas envolturas y experimentar esa integración? ¿Cómo hallar una transformación tan profunda en lo que desde fuera parece simplemente estirar y torcer el cuerpo adoptando posturas desacostumbradas? Empezando por percepción consciente
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Fuente:  "Luz sobre la vida" - B.K.S. Iyengar

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